Angy Fernández llega al teatro coliseum, donde representa “Hoy No Me Puedo Levantar”, con una sonrisa, expresión que mantiene durante toda la entrevista y que hace asomar el llamativo piercing de sus dientes. Lo primero que destaca de la mallorquina es su look cañero, que contrasta con el sentido del humor y la naturalidad de la que hace gala, su expresividad se amolda a la perfección con la temática de las fotos. Además, se confiesa adepta a los famosos selfies. A sus 23 años, la cantante y actriz se encuentra en un momento dulce y quiere saborearlo lentamente.

¿Hay alguien que te llame Ángela?

¡Sí! Mi madre, mi tía, mi abuela… -ríe-. Mi familia en general y los amigos de toda la vida, aunque también me llaman Angy porque ya les sale. Pero la gente de siempre, los de Mallorca, me siguen llamando Ángela.

Estamos acostumbrados a verte cambiar constantemente de look. ¿Te negarías a algún cambio radical como, por ejemplo, raparte la cabeza entera?

Me teñí el pelo de rosa para “Torrente 5” porque Santiago Segura me lo pidió, le hacía gracia –ríe-. Luego empecé a quedarme sin pelo porque se me caía y me he tenido que hacer este corte, aunque hubo un momento en el que pensé raparme la cabeza entera. Es una cosa que en principio nunca haría, es lo último a lo que recurriría, pero si lo tengo que hacer por un papel… ¡me rapo!

Llevas bastantes tatuajes, ¿son impulsos o te piensas cada uno de ellos?

Soy un poco impulsiva en todo, y en los tatuajes lo he sido mucho. Un día estaba en San Francisco, pasé por una tienda y me hice uno. Y mira, es el que más me gusta. Luego hay otros que tenía pensados desde pequeña y ahora siento que ojalá no me los hubiera hecho. A veces los impulsos no son tan malos.

¿Qué tal está siendo la experiencia de “Hoy No Me Puedo Levantar”?

Estoy súper contenta. Me ha dado la vida, por así decirlo, porque hay épocas en las que no trabajas y las cosas no salen como quieres. Nos pasa a todos. Ha sido el mejor musical que se ha hecho en España, tuvo mucha audiencia en su momento y ahora estamos otra vez remontando. Y que hayan contado conmigo me encanta. Ya con representar un papel que hace reír a la gente soy feliz.

El haber entrado cuando el musical ya estaba en marcha, ¿supuso un mayor esfuerzo para ti?

Pienso que me perdí la parte dura, cuando están todo el día ensayando un montón de horas y corrigiendo lo que no les acababa de gustar. Pero también lo más bonito, cuando todos se conocen y se unen. Al llegar, se notaba la piña. Tuve que ensayar sola, por mi cuenta y en unos horarios que no tenían nada que ver. Me hubiera gustado empezar de cero con ellos, pero bueno, me aceptaron muy bien.

¿Cuándo fue la última vez que dijiste: “Hoy no me puedo levantar”?

No hace mucho, pero no de resaca ni nada –ríe-. Fue de estos días que no puedes dormir por la noche, que estás nerviosa. También estuve enferma hace poco y te levantas con ese malestar de “hoy no quiero levantarme de aquí y no puedo” –ríe-.

¿Notas mucha diferencia con tu anterior trabajo en “40, el musical”?

Son dos musicales creados desde cero por un guionista español y eso permite un poco más de libertad. Puedes meter en cada función algo más personal, como un texto o una pregunta cambiada. No es como en “El Rey León” o “Mary Poppins” que están traídos de fuera y tienes que hacerlo como te dicen. Lo divertido es hacer el personaje tuyo y en “40, el musical” era un poco así también.
“El día que quise ir a ver “Ocho apellidos vascos” todas las entradas estaban agotadas. Si el cine fuera un poco más barato, se llenarían todas las salas”

Has estado compaginando el musical con el rodaje de “Torrente 5”. ¿Cómo fue?

Empecé las dos cosas a la vez. De repente me vinieron los dos proyectos y me dieron la vida. Era un no parar y dormir muy poco, pero me lo he pasado muy bien. Estaba guay porque cuando no venía al teatro era porque había rodaje, cada día tenía algo que hacer y encima de lo que me gusta. Un rodaje acaba antes y me dio mucha pena, pero por otro lado sentí alivio porque ya tenía días libres. Era como: “¡Por fin puedo respirar!” –ríe-. A veces no viene nada y otras viene todo junto.

¿Tu papel en el musical tiene algo que ver con el de “Torrente”?

No tienen nada que ver, pero si lo piensas las dos son un poco yonquis –ríe-. Mi personaje en el musical es Patricia y, como durante la función pasan los años, sí que experimenta una evolución. En “Torrente” no es una yonqui del todo, pero sí que se nota que se ha metido lo suyo, aunque nada muy heavy.

“Hay gente que viene y te dice: “He estado ahorrando no sé cuantos meses para poder venir al musical”. Eso es algo que agradecemos mucho”

La peli se estrenará en octubre y, siguiendo la estela de sus predecesoras, será un taquillazo. Si a ello le sumamos el tremendo éxito de “Ocho apellidos vascos”, puede que al final sea un buen año para el cine español.

Ojalá. La verdad es que cuando te dicen que está siendo un taquillazo te alegras de que por fin la gente vuelva al cine. También ha venido bien que haya días con el precio menor. El día que quise ir a ver “Ocho apellidos vascos” todas las entradas estaban agotadas. Si el cine fuera un poco más barato, se llenarían todas las salas.

El teatro, ¿nota menos la crisis?

También nota la crisis. Sobre todo la gente que ha hecho “Hoy No Me Puedo Levantar” desde el principio lo nota. De ver todos los días el teatro lleno, ahora hay veces que no. Evidentemente, es un teatro muy grande y las entradas no valen como en el cine. Hay gente que viene y te dice: “He estado ahorrando no sé cuantos meses para poder venir”. Suelen ser niños o familias con tres o cuatro hijos. Los actores agradecemos mucho que vengan y que al acabar nos digan: “Hemos disfrutado”.

CANTAR, BAILAR, ACTUAR
Hace justo un año publicaste el disco “Drama Queen”. ¿Tienes en mente seguir girando este verano con él o preparar un nuevo álbum?

¿Sabes qué pasa? Que no fue todo lo bien que me hubiese gustado. Quizá no lo promocionamos bien. Gustó mucho el single, mucha gente me ha dicho que lo recuerda, pero es un disco en inglés un poco arriesgado y cuando no sabes muy bien por dónde tirar… De todos los fallos se aprende y el disco me gusta, así que lo mejor en un tiempo puedo hacer algo con él. Pero, por ahora, este verano me dedicaré a aprender y a descansar.

Actúas, cantas, bailas, imitas, doblas…
¿Te ves detrás de las cámaras?

Dirigir me encantaría, aunque hay que tener mucha cabeza para eso y ser muy inteligente. Me falta todavía. Cuando estaba en “Física o Química”, me ponía detrás de las cámaras y preguntaba todo el rato. Si estás en el cine o en la televisión, te puedes meter ahí luego, pero hay que tener una gran creatividad.

Otra de tus facetas es la de diseñadora para la firma Loverss.

A mí me gustaría diseñar la verdad en un futuro, pero todo no se puede hacer. Bueno sí que se puede hacer, pero a lo mejor acabo loca –ríe-. Loverss me lo propusieron y me pareció una buena idea. Lo que yo he sacado para la firma es un poco mi rollo, por ejemplo, hay una camiseta que pone “Crazy Bitch”, que es una palabrota –ríe-. Me hizo gracia y lo puse. Y a la gente le gusta.

TEST

¿Eres de las que se arreglan en 10 minutos?

No. Mira que tampoco me arreglo demasiado, pero sí que tardo más.

¿Y de las de llegar 10 minutos antes o 10 minutos tarde?

Después, después… -ríe-.

¿Sueles retrasar la alarma del despertador 10 minutos?

Sí, también… -ríe-.

¿En 10 minutos calas a una persona?

Sí, sobre todo por energías y eso, aunque puedo equivocarme.

¿Qué sueles hacer los 10 minutos previos a una función?

Doy vueltas y hago el tonto un rato, porque así me animo. Me retoco el maquillaje o escucha una canción. Cosas muy normales, pero intento estar en movimiento.

Si pudieras conocer a alguien durante 10 minutos, ¿a quién elegirías?

A muchos -ríe-. Siempre digo Justin Timberlake, pero también a Aaron Paul, el de “Breaking Bad”. Yo lo conocería, no en 10 minutos, sino los que él quiera… -ríe-.
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